jueves, 1 de septiembre de 2011

ECOLOGIA Y MEDIO AMBIENTE



El nivel del mar subirá el doble de lo previsto

marVarios expertos han advertido en el Congreso Científico Internacional sobre Cambio Climático de Copenhague que estudios recientes apuntan a que el nivel del mar podría subir hasta un metro para 2100, el doble de lo estimado en el último informe mundial de la ONU. La causa principal radica en que los glaciares, así como las masas de hielo de Groenlandia y la Antártida, se están derritiendo a mayor ritmo del esperado, además de que los océanos continúan calentándose y expandiéndose.Las observaciones por satélite y terrestres más recientes muestran que el nivel del mar sigue subiendo 3 milímetros al año, una cifra bien por encima de la media del siglo XX. Los científicos advirtieron de que si no se reducen las emisiones de gases invernadero de forma rápida y substancial, la crecida del nivel del mar afectará, aún en el mejor de los casos, al 10 por ciento de la población mundial.



Cambios en el uso de la tierra y medio ambiente

bosque1Talar los bosques para dedicar a la agricultura el terreno que ocupan puede ocasionar daños medioambientales tan graves como los causados por las actividades industriales y la quema de combustibles fósiles. Pero aún se debate si las políticas para estabilizar los gases de efecto invernadero en la atmósfera deben incluir esta fuente terrestre de dióxido de carbono. Según un nuevo estudio, no incluir los cambios en el uso de la tierra en tales políticas podría llevar a la deforestación masiva y a costos más altos para limitar las emisiones de carbono.
Unos investigadores del Instituto Conjunto de Investigación sobre el Cambio Global, un centro ubicado en College Park, Maryland, y gestionado por el Laboratorio Nacional del Pacífico Noroeste y por la Universidad de Maryland, usaron un modelo informático que incorpora la economía, la energía, la agricultura, las emisiones y concentraciones de gases de efecto invernadero, y los cambios en el uso de la tierra, con el fin de averiguar los efectos de las fuerzas económicas reguladas por las políticas climáticas sobre el carbono terrestre y sobre los cambios del uso de la tierra, o, en otras palabras, para ver cómo las decisiones humanas interactúan con los procesos naturales que controlan el clima, y así poder comparar diferentes escenarios climático-políticos.
Para este estudio, los investigadores consideraron la concentración más alta que el dióxido de carbono podría alcanzar. Entonces compararon dos formas de no sobrepasar ese límite: En una, impusieron iguales cargas fiscales a las emisiones de carbono terrestre y a las emisiones industriales y de combustibles fósiles. En la otra, sólo impusieron cargas fiscales a las emisiones industriales y de combustibles fósiles.
Ignorar el carbono terrestre llevó a la pérdida casi total para el 2100 de los bosques desatendidos, principalmente como resultado de las expansiones masivas de los cultivos bioenergéticos (aquellos plantados para reducir el uso de combustibles fósiles) que reemplazaron a los bosques.
En cambio, al imponer un valor económico a las emisiones de carbono terrestre se obtuvo un incremento de la cubierta forestal, mientras que los cultivos bioenergéticos aún se expandieron considerablemente comparados con su estado actual.

Tal como señala Marshall Wise, autor principal del estudio, cuando la sociedad intenta limitar las concentraciones de dióxido de carbono, imponer un costo económico directo a las emisiones industriales y de combustibles fósiles, pero no imponerlo a las emisiones de carbono terrestre, hace que las fuerzas económicas ejerzan presiones muy fuertes para deforestar los bosques.

Este estudio también muestra que se requerirá de mejoras incesantes en la productividad agrícola de cultivos como el maíz, el trigo, la cebada, y el arroz, para hacer un mejor uso de las limitadas tierras de cultivo. Esto sugiere que, para controlar las emisiones de carbono, las mejoras en las tecnologías agrícolas podrían ser tan importantes como las mejoras en las tecnologías energéticas.


Agujero en la capa de ozono en la Antártida
El agujero de ozono ha reaparecido sobre la Antártida, según ha anunciado la Organización Mundial de la Meteorología (OMM). Geir Braathen, experto de la organización, señaló en una rueda de prensa que la aparición del agujero en la capa de ozono es un fenómeno que ocurre cada año entre agosto y diciembre. “Según los datos preliminares de que disponemos, creemos que este año el agujero en la capa de ozono estará en los niveles medios”, señaló. Según Braathen, no alcanzará los niveles récord de 2006 pero que creen que será superior a los “niveles más débiles de 2007″. El especialista dijo que el agujero continuará existiendo durante varias décadas, debido a la concentración de gases en la atmósfera, pero aclaró que debería ir reduciéndose progresivamente tras la adopción del protocolo de Montreal en 1987. La cantidad de gases que tienen un efecto destructor en la capa de ozono tocó techo en el 2000, y desde entonces esas sustancias se reducen lentamente a un promedio del 1% anual. La amplitud del agujero depende cada año de las temperaturas en la estratosfera. En 2006, el agujero sobre la Antártida alcanzó un récord debido a un invierno especialmente frío y se extendió sobre una superficie de 29,5 millones de kilómetros cuadrados, con una pérdida de ozono evaluada en 40 millones de toneladas. En 2007, en cambio, las temperaturas templadas en la estratosfera redujeron el agujero de la capa de ozono hasta ser uno de los más pequeños de la última década, aunque ya la OMM advirtió de que eso no significaba una recuperación. El ozono es el responsable de filtrar los rayos ultravioleta del sol, que causan daños a la vegetación y pueden causar cáncer de piel.








Adaptarse al cambio climático

cambio_climático-españaSi el cambio climático arrecia y el cauce del río sube en Holanda, desde hace ya cuatro años hay barrios enteros de casas preparadas para flotar. Venecia, una zona extremadamente vulnerable, tendrá listo en 2011 un sistema de murallas móviles subacuáticas para aislar el mar de la laguna que rodea la ciudad, cuando suba la marea. Mientras, en España se siguen autorizando construcciones de casas en la Manga del Mar Menor (Murcia) donde, dice Medio Ambiente, en 2050 habrá subido el nivel del mar 15 centímetros. El ministerio “aconsejó” el año pasado una moratoria urbanística que no ha sido atendida. Todos los informes, desde el elaborado en 2007 por el Panel Internacional del Cambio Climático (IPCC), dependiente de la ONU, hasta el suscrito por el catedrático de ecología José Manuel Moreno, también miembro de la mesa del IPCC, aseguran que el Mediterráneo, y muy acusadamente la Península Ibérica, es una de las zonas más vulnerables. Un informe del Banco Mundial sobre ciudades resistentes al clima publicado este verano incluye las que han tomado el reto de la adaptación con seriedad: entre ellas están Milán, Tokio, Nueva York o Dong Tan (China). España no aparece en esa lista. Hay tres fases que cumplir para una adecuada adaptación: conocer el clima del futuro localmente, evaluar su impacto en cada actividad y adaptarse. Una portavoz de Medio Ambiente afirma que si no se han tomado medidas concretas aún es porque “es imprudente tomarlas cuando no se conocen las zonas de riesgo”. “La Agencia Española de Meteorología está estudiando los distintos escenarios climáticos para España”, añade. España se está quedando atrás. El Gobierno tiene aprobadas 80 medidas urgentes desde 2007 para reducir el CO2 y recientemente ha anunciado más. Plantará 45 millones de árboles. Son medidas de mitigación, pero las de adaptación al futuro marchan con retraso. Existe un Plan Nacional de Adaptación al Cambio Climático desde 2006 que asegura que los sectores españoles más sensibles son el agrícola, el de las finanzas y el de los seguros; también se verá perjudicada la salud humana. Según dicho plan, en 2001 teníamos que haber comenzado a tomar medidas urgentes para disminuir el riesgo de padecer las convulsiones del calentamiento en esos sectores. Siete años después no hay proyectos concretos. La secretaria de Estado de Cambio Climático, Teresa Ribera, asegura que la adaptación es uno de los cuatro ejes de trabajo del Gobierno, con especial atención a la gestión de recursos hídricos. Pero, “aunque el plan de adaptación es ambicioso, no se está avanzando al ritmo debido”, denuncia Jaime Ribalaygua, presidente de la Fundación para la Investigación del Clima. ¿Qué efectos del cambio climático tenemos que sortear? La sentencia judicial de San Glorio, que prohibió el pasado invierno construir una pista de esquí sobre un parque natural de Palencia, León y Cantabria es uno de ellos. El juez argumentaba que era “muy dudosa la viabilidad económica” de la estación “por el cambio climático”. Pero es tan sólo un ejemplo. Donde España no ha perdido el tren es en el sector del vino, que sí está tomando en serio la adaptación. El clima afecta mucho a la calidad de la uva. El Gobierno ha creado grupos de investigación para que los viñedos sean capaces de resistir las variaciones de temperatura. “Se está haciendo un seguimiento intenso”, comenta Teresa Ribera. Los investigadores están estudiando plantar especies nuevas o modificar genéticamente los antiguos viñedos. Ribera afirma que el Banco Mundial “está muy atento a esta investigación” porque, en esto sí, “somos pioneros”.


El cambio climático provoca huracanes

huracanesLos huracanes más potentes se vuelven aún más violentos a consecuencia del cambio climático y la subida de la temperatura de los océanos. Un análisis estadístico basado en datos de los satélites de los últimos 25 años, así lo demuestra, según una investigación de un equipo de científicos dirigido por James Elsner, del Departamento de Geografía de la Universidad Estatal de Florida, EEUU. La investigación aparece publicada en la revista ‘Nature’, y puede significar un punto de inflexión en la polémica de si el cambio climático incrementa los efectos más destructivos de los huracanes y su frecuencia. El análisis es válido para los huracanes de las zonas tropicales del Atlántico, el Índico y el Pacífico. El Pacífico sur no ha podido ser evaluado por falta de registros sostenidos en el tiempo para llevar a cabo la investigación. Los análisis de los datos tomados por los satélites en estos últimos 25 años, demuestran que hay una tendencia al alza en las velocidades de viento máximas en los ciclones más fuertes que se originan en los mares tropicales, donde la temperatura del agua del mar es más elevada. Este patrón en los ciclones, huracanes o tifones “está vinculado directamente a la temperatura”, según los investigadores. Por cada grado Celsius de subida de temperatura del agua superficial del mar, aumenta la frecuencia de los huracanes más fuertes en una relación de 13 a 17, lo que viene a ser un aumento del 31%, señala el artículo de Nature. “Cuanto más fuerte es el ciclón, mayor es el incremento de su fuerza”, afirman los autores del análisis. Según su tesis, el motor de los huracanes es la temperatura del mar: cuánto más aumenta, más rápido gira el huracán dando vueltas sobre sí mismo en el sentido contrario a las agujas del reloj (en el Hemisferio norte) a velocidades de entre 150 y 240 kilómetros por hora, registros que definen a los huracanes. Los investigadores de la Universidad de Florida advierten, no obstante, de que las incertidumbres sobre la formación, frecuencia e intensidad de los huracanes son todavía muy altas.

90% de fiabilidad También señalan que su estudio no incluye otros parámetros como el origen, la duración, la proximidad a tierra, las interferencias del fenómeno de ‘El Niño’ o la actividad solar. Además, añaden que sería necesario controlar nuevos factores: cambios de temperaturas en la troposfera y los vientos próximos a tierra. Aún así, señalan que su análisis y las tendencias que se observan tienen un rango de fiabilidad por encima del 90%, lo que hace que sus conclusiones tengan un elevado índice de credibilidad. El huracán ‘Gustav’ arrasó la semana pasada el Caribe, dejando más de un centenar de metros, la mayor parte en Haití. ‘Gustav’ no llegó a ser un huracán de fuerza 4, la más potente en la escala Simpson. Sin embargo, las autoridades cubanas midieron vientos sostenidos de 180 kilómetros por hora, con rachas de hasta 240 en la Isla de la Juventud, cuyas infraestructuras y viviendas quedaron completamente destruidas, aunque no hubo víctimas. “Es como si hubiera explotado la bomba de Hiroshima”, declaró Fidel Castro tras visitar la isla. En este momento, la tormenta Anna, amenaza con convertirse en huracán antes de tocar tierra en la costa sur de EEUU. Simultáneamente, las tormentas tropicales, ‘Ike’ y ‘Josephinne’, están también cobrando fuerza antes de llegar a las Bahamas y al sureste de EEUU. Numerosas áreas del Caribe registran temperaturas entre los 25ºC y los 30ºC, y hay zonas puntuales que superan este último registro. Las previsiones apuntan que en esta temporada de huracanes habrá un incremento del número de fenómenos, según la página web del Centro de Huracanes de Yucatán, México. Sin embargo, hay que esperar al fin de la temporada, a mediados de noviembre para conocer si en 2008 ha habido más tormentas tropicales y huracanes de lo habitual.

No hay comentarios:

Publicar un comentario